Estrés laboral: El caso de un profesor
Jesús es profesor de Secundaria. Tiene 40 años y lleva 15 años ejerciendo esta profesión. Últimamente siente que cada mañana le cuesta más esfuerzo levantarse y comenzar la jornada de trabajo. En el instituto tiene la sensación de que los problemas -con los alumnos, con los padres y con la organización del centro- son cada vez más y más difíciles de resolver. A veces tiene la sensación de estar sobrepasado y de no tener suficientes recursos para desempeñar correctamente su trabajo. Incluso siente que su actitud hacia los alumnos está cambiando: ya no se muestra tan cercano como antes, es más, algunas veces incluso les culpa de su malestar y tiende a distanciarme de ellos. Jesús se pregunta porqué está empezando a sentirse “quemado” en su profesión. No sabe qué le está pasando. Antes le encantaba su trabajo y se implicaba mucho más. Jesús desearía saber qué hacer.
Efectivamente parece que Jesús se enfrenta a una situación de estrés en su trabajo. Trataré de explicar cómo y porqué se puede llegar a estar “quemado” en el trabajo con el objetivo de que Jesús y cualquier otra persona que pueda sentirse como él analicéis y comprendáis su situación.
El proceso de estrés tiene lugar cuando las demandas del ambiente, en este caso el ambiente laboral, superan nuestros recursos para afrontarlas. Existe un tipo concreto de estrés laboral llamado “síndrome de burnout” o “síndrome del profesional quemado”. Este síndrome se describe como un estado mental persistente, negativo y relacionado con el trabajo, en individuos “normales”, caracterizado principalmente por agotamiento, acompañado de distrés, sensación de eficacia reducida, disminución de la motivación y el desarrollo de actitudes disfuncionales en el trabajo. Así, las tres dimensiones fundamentales de burnout serían:
- Agotamiento emocional: la persona se siente emocionalmente exhausta, agotada en sus esfuerzos por hacer frente a la situación
- Despersonalización: respuesta impersonal, fría y cínica hacia los usuarios -en el caso de Jesús, los alumnos
- Baja realización personal: sentimientos de incompetencia y fracaso.
El síndrome de burnout no aparece de manera repentina, se trata de la respuesta a una situación de estrés crónico. Es, por tanto, un proceso gradual, una reacción al estrés acumulado y prolongado.
Si alguien se pregunta si es frecuente o no sentirse “quemado” en la profesión docente he de decir que no tenemos cifras exactas sobre la prevalencia de este problema, pero los estudios recientes realizados en España indican que entre un 10% y un 30% de los profesores no universitarios podrían estar sufriendo el síndrome de burnout. Es también un síndrome bastante extendido entre el personal sanitario y, en general, entre los profesionales que trabajan directamente con otras personas (trabajadores sociales, psicólogos, etc.). No obstante, puede aparecer en cualquier profesión.
En cuanto a las fuentes de estrés que afectan a los profesores son diversas pero podríamos agruparlas en tres grupos: factores sociales, factores organizacionales y factores personales.
Entre los primeros, podemos destacar el deterioro de la imagen del profesor que se viene dando en los últimos años en nuestra sociedad así como la falta de reconocimiento social de la profesión docente. Y un tercer factor social tendría que ver más con las políticas educativas adoptadas en los últimos años, consistentes en la introducción de nuevas reformas, sin duda con buenos propósitos, pero con escasa dotación de los recursos formativos, humanos y materiales para ejecutarlas con éxito.
En cuanto a las fuentes de estrés relacionadas con la organización educativa y con el desempeño de la profesión docente, son numerosos los estudios que demuestran la importante vinculación que existe entre estos factores y el burnout docente. De esta forma, factores como la sobrecarga de tareas y las presiones de tiempo, la ambigüedad del rol docente (escasa información y claridad sobre las funciones del profesor) y el conflicto entre las funciones del profesor- a veces contradictorias entre sí- así como la falta de motivación de los alumnos y los problemas de conducta de éstos son algunas de las fuentes de estrés que más refieren los profesores y que se relacionan significativamente con el desgaste emocional de los docentes. No obstante, existen también otras causas que parecen asociarse también al burnout: problemas en la formación inicial y continua que recibe el profesor, inestabilidad laboral, escasa promoción y movilidad social, bajos incentivos económicos, falta de recursos materiales y personales en los centros, el ciclo educativo (sobre todo Secundaria), el excesivo número de alumnos y la heterogeneidad de éstos en algunos casos, las dificultades de relación con los compañeros, estilos de supervisión caracterizados por un escaso apoyo y las actitudes negativas que en ocasiones presentan los padres con respecto a la educación de sus hijos.
Por lo que se refiere a las características personales de los profesores, algunas de las que relacionan en mayor medida con el desarrollo del síndrome del profesor quemado serían: tendencia a la ansiedad, inestabilidad emocional, una baja autoestima y baja autoeficacia percibida, el estilo de personalidad caracterizada por la impaciencia y la urgencia, una excesiva implicación laboral y actitudes hostiles hacia los demás, que el profesor crea que tiene escaso control sobre las cosas importantes que le suceden y que éstas se deben a factores externos, como la suerte, un estilo de pensamiento irracional (poco realista, exagerado y negativo) y un estilo de afrontamiento de las dificultades caracterizado por la evitación o las estrategias pasivas más que por las estrategias de manejo activas.
Por último, y en respuesta a la pregunta, “¿qué puedo hacer para mejorar esta situación?”, trataré de ofrecer a Jesús y a todo aquel que pueda sentirse quemado en el trabajo algunas pautas fundamentales que se resumen en 10 actuaciones:
- Adopta un estilo saludable de vida (alimentación sana, ejercicio físico, etc.)
- Sé consciente de tu propio estado emocional.
- Trata de equilibrar el tiempo dedicado a trabajo, actividades de ocio y vida social y descanso.
- Planifica tu tiempo con objetivos realistas
- Sé asertivo en tus relaciones interpersonales, es decir, respeta y afirma tus derechos.
- Invierte en amistad, cercanía e intimidad.
- Solicita apoyo a los demás (compañeros, supervisores, familiares y amigos)
- Trata de afrontar los problemas de forma activa.
- Piensa de forma realista y positiva
- Continúa tu búsqueda de oportunidades y nuevos retos en tu trabajo
Espero que estas pautas resulten de ayuda. No obstante, me daría por satisfecha con que estas líneas hayan contribuido en alguna medida a clarificar la situación emocional de las personas que, como Jesús, puedan sentirse realmente estresados en el trabajo, ya que la mera comprensión de un problema nos tranquiliza y nos sitúa más cerca de emprender las acciones necesarias para resolverlo o en todo caso mitigarlo.
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